domingo, 19 de junio de 2011

Desarrollo no es progreso (2003)

Dentro del contexto económico chileno, el modelo neoliberal, especialmente en su fase democrática, se ha instalado una producción de conocimientos situados en el centro de su línea de estabilidad y desarrollo, lo que incluye su estrategia frente a la pobreza. En este sentido, hay autores como Cousiño y Valenzuela* quienes sostienen que se ha producido un cambio de paradigma social, orientándose hacia la cosificación de las relaciones sociales, por medio del precio de los distintos bienes que se intercambien en la sociedad.

Este desarrollo, acompañado del gran avance tecnológico que ha revolucionado los métodos de organización, producción y proyección, trae como consecuencia, además del surgimiento de nuevos gremios (programadores, ingenieros culturales, etc.) un deterioro de las relaciones sociales de producción de conocimiento, contribuyendo a la globalización mundial. En el caso de los medios de comunicación de masas, trabaja haciendo marketing cultural de todos los productos, servicios y decisiones que ofrece el modelo neoliberal. Dentro de esta lógica se enmarcan las instituciones de beneficencia, que cuentan con un sorprendente aparato comunicacional y de marketing, como es el caso del Hogar de Cristo.

Siguiendo en la misma línea es posible señalar también, que el conocimiento articulado como discurso eficiente, es utilizado como un “poder circulante” capaz de influir en todas las áreas, construyendo y deconstruyéndolo todo. Desde esta perspectiva se puede pensar entonces, que los problemas sociales sólo existen cuando son “identificados por la investigación cognitiva” de tipo industrial. Es decir, que los problemas sociales sólo existen como conocimientos en una base de datos; que lo que realmente hay que tomar en cuenta no es el problema en sí mismo, sino el impacto eficiente producido por la aplicación del conocimiento, y que el poder monopólico que respalda la aplicación del conocimiento es el único poder real.

Así las cosas, uno podría pensar que algo anda mal con la industria de los conocimientos eficientes. Pero el problema no radica en la tecnología ni en el funcionamiento metodológico, sino en el posicionamiento de esta industria en relación con las verticales de poder y los problemas reales (identificados o no) de la sociedad. Esto resulta particularmente sensitivo, si se toma en cuenta que hay millones de pobres de antigua y nueva data en nuestro país, y los discursos dominantes anuncian que la pobreza será erradicada con la industria cognitiva sin, a la vez, modificar ninguno de los soportes fundamentales del modelo económico y político neoliberal.

Dentro de esta misma lógica se encuentra lo analizado por Jorge Osorio y Pablo Salvat**, en su trabajo “Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo: hacia un Documento de Agenda”, el que parte por un hecho decisivo en la transformación del Estado y su modo de relación con los ciudadanos mediante la proliferación y permanencia de las Economías Neoliberales tanto en Chile como en el resto de continente, que además restringe las posibilidades de participación social. Siguiendo entonces un interminable palabrerío podemos agregar además, que algunos rasgos de este nuevo Estado son, una creciente tendencia hacia la desregulación de las relaciones entre Estado y sociedad en el ámbito económico, político, y comunicacional, nacional e internacionalmente.

El Estado Asistencial Marginal

En Chile, es el Ministerio de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN) el que se ha hecho cargo de diseñar y presidir la estrategia política para la erradicación de la pobreza. Coordina las relaciones cognitivas y decisiones entre los centros de poder, la industria productora de conocimientos de impacto eficiente, y los pobres. Es interesante ver cómo define el ministerio la estrategia de identificación y tratamiento de los problemas sociales en nuestro país. Es decir, cómo nos reducen a simples números.

La historia ha demostrado que se produce un crecimiento, pero a su vez, un gran porcentaje de la población queda al margen de ese crecimiento. Sin embargo, esta situación no es la responsable de la pobreza, sino la baja cobertura y calidad de los servicios sociales. Por lo tanto, la pobreza no debe ser explicada por los principios de la economía política, sino por la eficiencia que pueda tener la política social: no por el mercado, sino por el Estado. Sin embargo, el Estado ha comenzado a hacerse cargo de los desechos que son producidos estructuralmente por el modelo económico neoliberal y regula por medios políticos los problemas sociales que surgen a consecuencia de la desregulación económica. De este modo, no se obliga al sistema a aumentar la eficiencia social de su crecimiento, favoreciendo solamente el incremento de su eficiencia económica. Por otro lado, el Estado sí debe cumplir con el aumento de la eficiencia social. En consecuencia, la política social se ha diseñado para focalizar los estropicios marginales del conjunto del modelo. Esto es: sólo los bolsones de la “extrema pobreza”.

Pero si se observa en detalle el “proceso de integración de desarrollo” que el Estado pretende activar para superar la pobreza, nos encontramos con que es evidente que la estrategia de focalización de la pobreza está lejos de ofrecer más y mejores oportunidades de empleo para los más pobres. Más bien, pretende capacitar a los más pobres para que, por sí mismos, traten de reintegrarse al mismo sistema que los excluyó. Porque según este enfoque, la eficiencia no está en el mercado en sí, sino en el escaso potencial competitivo de los pobres y en la insuficiente provisión de capacidades mercantiles del Estado.

Para la focalización de la pobreza, el Estado ha creado una serie de agencias (Fondo de Solidaridad e Inversión Social (FOSIS), Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), Instituto de la Juventud, Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), etc.). Todos estos servicios han sido reproducidos en menor escala en la Dirección de Desarrollo Comunitario de las municipalidades.

Para numerosos analistas del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Comité Latinoamericano para el Desarrollo (CLAD), la funcionalidad y el real impacto que provoca dicha estrategia, es perfectamente identificable, llamándolo “Estado Asistencial Marginal”. Al respecto, hay autores que plantean que en este modelo, los gobiernos juegan un papel limitado en la distribución de la asistencia social. La política social marginal parte de la hipótesis que la mayor parte de la población es capaz de contratar su propia previsión social y que el Estado sólo interviene cuando los canales normales de distribución fallan. Por lo tanto, estos sistemas apuntan hacia el residual humano incapaz de autoayudarse. Por eso, los límites de los compromisos públicos son estrechos, y hay preferencia en un énfasis liberal clásico en las soluciones del mercado y el individualismo. Pero la hipótesis del residual humano, resulta menos plausible en Chile, ya que los pobres son mayorías. En este sentido, la estrategia de focalización es un instrumento disuasivo, en vez de resolutivo.

En el caso de Chile, el crecimiento económico a partir del año 1984, y las políticas de focalización que se pusieron en funcionamiento desde 1989, han contribuido a disminuir la tensión producida por la pobreza y han preparado a la población marginal para potenciar y expandir el mercado. Como podemos ver, pareciera que la pobreza fuera sólo una cuestión de distribución de recursos. Y es justamente en esta dirección, donde apuntan todos los involucrados en el ámbito tanto económico, como en el ámbito discursivo. En este contexto, el desarrollo del modelo consultorial que sustenta estas políticas de Estado es enmarcado y determinado a partir de siete puntos fundamentales, entrados en la focalización empírica de los bolsones de pobreza donde anidan los grupos - objetivos, para ser identificados y diagnosticados, y las medidas que dicha focalización implica.

De lo anterior, se desprende que los investigadores son inducidos a producir conocimiento, a pedido del cliente, orientándose a estudiar determinados segmentos de la sociedad, según determinados intereses y en relación con bases de datos ya constituidas. Es decir, hay una invitación a destotalizar la mirada, y ajustarla a una escala de micro - problemas y en consecuencia, micro - soluciones.

En este sentido, la consecuencia más próxima es que esta focalización influye tanto en la organización institucional de las consultoras que son llamadas a investigar, como en su política de desarrollo y el tipo de ciencia que practican. Esto las ha llevado a diferenciarse de las antiguas Organizaciones No Gubernamentales, las cuales también operaban a pequeña escala, pero los hicieron como instrumentos naturales de la masa ciudadana o los pobres.

Se deduce entonces que desde esta perspectiva, el Estado Asistencial Marginal continuará financiando la producción privada de conocimientos de aplicación política oficial (a un menor costo). En consecuencia, otras áreas como las universidades tradicionales, por ejemplo, se verán afectadas. Su peso específico en el presupuesto público, se ve deteriorado, y en consecuencia muchos de los aspectos sociales, culturales y políticos.

Producto de esta focalización de la pobreza, el MIDEPLAN la define tomando en cuenta exclusivamente las necesidades básicas de la población. Por ejemplo, en los códigos que se utilizan en la Línea de la Pobreza (LP), el indicador definitorio es el ingreso mínimo que lo constituye el valor monetario actualizado de la Canasta Alimentaria. Esta canasta, supuestamente permite mantener el nivel más básico de supervivencia. Quien se encuentre bajo estos rangos, se halla en un estado de indigencia. Sin embargo, como con este método no se mide directamente el gasto de los pobres en sus necesidades no - alimentarias, no se sabe con precisión de qué modo y en qué grado el gasto social del Estado impacta en el nivel de vida de los más pobres. Para resolver esto, se creó una variable metodológica: la medición específica de las Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Estas miden la situación de las necesidades populares de trabajo, habitación, educación y salud (THES). Esta variable, permite trabajar con un concepto estadístico: “características de los hogares” y “mapas de la extrema pobreza”.

En relación a estas dos variantes recomendadas por la CEPAL, ha sido posible tipologizar la pobreza en dos estados: los pobres indigentes, y los pobres no – indigentes. A partir de esto, MIDEPLAN ha descubierto que la pobreza se ha reducido entre los años 1987 y 1992.

Según los datos entregados por MIDEPLAN, entre los años 1987 y 1990, época en la cual no se aplicaba tan consistentemente la estrategia de focalización sobre la pobreza, El Producto Interno Bruto (PIB) creció un 20,6%, y la pobreza disminuyó sólo un 5,4%. Cuando comenzó a operar la estrategia, entre los años 1990 y 1992, el PIB creció en 17,0 %, pero la pobreza decreció un 16,0%. El MIDEPLAN concluye que la política económica y social aplicada en este último período, llegó eficazmente a los grupos más pobres.

Pero de ser válida esta conclusión, las ideas que siguen a continuación también lo son:

El crecimiento económico por sí sólo, no ha impactado sobre la pobreza disminuyéndola en una relación directamente proporcional a su tasa de crecimiento. Por el contrario, en una relación inversa.

Por lo mismo, un alto porcentaje de los chilenos que superó la pobreza en el período estudiado, lo hizo subvencionado por el Estado (por medio de su intervención en NBI) y no integrado por el Mercado (a través de su efecto en LP) por lo tanto, puede decirse que el Estado Asistencial Marginal ha cubierto las espaldas del mercado.

Si nos fijamos en el resto del mundo, podemos advertir que en este mismo período, tanto en el Reino Unido, como en Estados unidos, se rebajó el gasto social del Estado, y se descentralizaron las políticas de bienestar social, recayendo éstas, sobre el presupuesto de los gobiernos locales. Con estas medidas, se pretendió restablecer los equilibrios macro – económicos y llevar a los pobres y desempleados a resolver por sí mismos, su inserción en el mercado. Sin embargo, aun cuando hubo un gran desarrollo tecnológico y de la gran empresa, las masas de desempleos y subempleados se dispararon a niveles record.

Sin embargo, y más allá de las cifras a favor o en contra en relación con la llamada “lucha contra la pobreza”, un hecho capital en la desregulación del estado ha sido la ruptura de tres aspectos que van en contra de la lógica capitalista: el derecho al trabajo, la igualdad de oportunidades y la protección social. Ello ha ocurrido, porque se deja andar la ley de la “libre competencia” que termina por condicionar las relaciones económicas y humanas.

De acuerdo al último informe del MIDEPLAN, entregado en conferencia de prensa del 28 de junio de 2001 por la ministra de la cartera, Alejandra Krauss, en relación al periodo de noviembre de 2000, la pobreza se ha reducido en forma paulatina. Sin embargo, este análisis no muestra realmente un mejoramiento en la calidad de vida, ya que como se puede apreciar en un informe entregado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en el periodo 1991 – 2001, prácticamente se han cuadruplicado los salarios mínimos: en 1991 el 1% de la población ganaba el salario mínimo; en el año 2001, el 25% ganó salario mínimo. Lo que se desea puntualizar es que se ha perdido el poder adquisitivo, lo cual implica un mayor universo de personas como serios candidatos a ser acogidos por alguna institución de beneficencia. Si tomamos en cuenta las ganancias obtenidas por las grandes instituciones financieras, se derriba el mito que la crisis económica afecta a todos por igual. Estas obtuvieron una utilidad de $ 81.763 millones en el período de enero - marzo del 2000, y $ 172.525 millones en el período enero - marzo 2001, las más altas en los últimos diez años.

Los datos que se pueden adjuntar para apoyar lo anteriormente expuesto, son contundentes. No obstante, cabe destacar que hasta el momento, los parámetros que se han usado para hablar de pobreza giran en gran medida, en torno a factores económicos. A pesar de ello, no estamos diciendo que sea una situación casual, sino cuidadosamente manejada, como ya se dijo anteriormente, por las esferas de conocimiento, en ventaja para ciertos grupos de poder. Es por ello justamente, que se puede hablar tan triunfantemente de una disminución de la pobreza, de estabilidad nacional, y de crecimiento. La clasificación de la pobreza permite, sacar cuentas optimistas y todo lo que se quiera hacer en esa misma línea, menos la real solución de ella. Es justamente lo que no debe ocurrir, para que nuestro sistema económico siga funcionando.

En este contexto, hay autores que van un poco más lejos, y reconocen que la pobreza no solamente se mide en términos cuantitativos, sino también cualitativos. Es decir, la calidad sí importa. Aun así, una mejor vida cultural, continúa estando aunada al factor económico. Y al hablar sobre las condiciones del ser humano, se le llama “capital humano”, lo cual continúa sin sacarlo de la esfera de la productividad y de sus características cuantitativas.
Algunos estudios han mostrado una directa relación entre el crecimiento económico, y el mejoramiento social y ambiental. Esto es algo de lo cual no podemos dar fe en Chile, donde en plena celebración del Tratado de Libre Comercio, andamos a patadas con la basura de toda una ciudad. Incluso, a nadie extraña ver en la primera página de los diarios, la imagen de los líquidos percolados deslizándose por doquier, mientras alguna autoridad afirma que estos no contaminan las napas subterráneas, y que habrá que estudiar el caso, para determinar si los líquidos (que vemos en la fotografía) efectivamente se están desbordando (como se ve en la fotografía).

La visión de “progreso”, no va siempre de la mano con una mejora social y ambiental. Aun así, no hay que desconocer que la definición tradicional de pobreza y bienestar se está ampliando, no solamente en este país, sino en muchas partes del mundo. Sin embargo, estas ideas aun no tienen la suficiente fuerza como para que salga del papel, y de las buenas intenciones de unas cuantas personas, para concretarse en la vida social del país.

No, es simplemente esto, lo que estoy escribiendo como tanto otros. Es lo que usted está leyendo.

Entonces... ¿hacia dónde queremos llegar?

Estamos viviendo una época de pobreza humana. No se trata simplemente de un sistema económico. Eso quedaría bien como explicación sobre la causa de la pobreza. Pero: ¿quiénes hemos provocado esto? La respuesta es simple.... e incluso atemporal. Somos nosotros los que reflejamos lo que somos en la cultura. Ésta es la expresión concreta de lo que somos, y todos, directa o indirectamente, somos participantes de este proceso. Así ocurre que intentamos esconder nuestra pasividad, participando en diversas agrupaciones de caridad, las cuales han sabido alimentarse eficientemente de los sentimientos de culpa de la gente. Sin embargo, con esta acción, ayudamos a continuar reproduciendo la pobreza, institucionalizándola y quitándoles la dignidad a quienes inevitablemente se quedan estancados en los sistemas de beneficencia.

Aun así, es más fácil desocupar el bolsillo, y no reflexionar acerca de qué hay detrás de tanta exacerbada estimulación comunicacional hacia la participación de la beneficencia. Es tanto así, que pronto comenzaremos a encontrar anuncios que digan “se busca trabajo, remunerado por favor”. Ahora el trabajo se ofrece gratis, y si se tiene, hay que pedir perdón. Lo que lleva a salarios cada vez más bajos. Nos denigramos entre nosotros, nos clasificamos, y nos engañamos. En este contexto, la definición de pobreza, se ha transformado en un organismo enorme, lleno de micro - sistemas imposibles de ser escindidos, llamado Ser Humano.

*Cousiño, Carlos y Valenzuela, Eduardo, Politización y Monetarización en América Latina”,
cap. 3
**Osorio, Jorge y Salvat, Pablo, «Derechos Humanos, Democracia y Desarrollo, Hacia un Documento de Agenda”, Marzo 1995, 2a versión elaborada para la plataforma de DDHH.

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