sábado, 14 de diciembre de 2013

y lloré, y lloré y lloré…

Siéntate, quiero contarte algo. Hoy seré yo la que hable. Este fin de semana fui a un lugar creyendo que quería bailar, pero con el paso del tiempo, me fui dando cuenta que no era eso lo que buscaba. De pronto las cosas empezaron a cambiar, a hacerse pesadas… en cada destello, en cada nota musical, alegre, festiva, parecían hacerse más opacas las escenas que observaba. Y me fui. Y caminé. Y un escalofrío me recorrió la espalda. Por primera vez en años, quería llorar, pero no sabía cómo. Me asustaba la idea… recordaba que nunca quedaba aliviada cuando sucedía. Me apuré a llegar a una zona oscura, y mientras caminaba hacia ese lugar, pensaba en ti; escuchaba claramente tus palabras “cuando escribí esa frase (por qué todo es tan difícil - en inglés -) me puse a llorar, y lloré, y lloré y lloré… y lloré… en la sala… no sé por qué”. Esas frases se expandían ahora como una tibieza informe desde mi pecho hacia el resto del cuerpo. Lloré y lloré… entonces escondida entre la noche y los árboles, lloré. Al principio, contenida, me secaba cada lágrima que caía imaginando que la persona que venía caminando a muchas cuadras de distancia, podría verme. Pero luego, lloré y lloré… y lloré… en la calle, la noche, la soledad… no sé por qué.

Las horas pasaron, las lágrimas rodaron, los suspiros se fueron, y así llegó la mañana. Con los párpados hinchados de tanto llorar, caminé dolorosamente bajo el sol, entrecerrando los ojos para esquivar la luz, intentaba contener toda esa oscuridad que con tus palabras, había emergido del olvido. Otra vez con escalofríos, me preguntaba por qué me resultaba necesario sentir dolor, por qué disfrutaba ese momento e intentaba atesorarlo… Sí, aun siento, aun existes dolor, nunca te has ido, le dije a mi corazón. Y sí, lo sé, no es a ti a quien debo enfrentar con mi verdad, una más, como cualquier ser humano… pero mía, secreta, secreto, tu secreto está a salvo, no sé el mío. Qué nos une? O mejor dicho, qué me une a ti? Me has traído el tiempo y no he sabido rechazarlo. Qué hago ahora.

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