Cuando se habla de relaciones de
pareja, generalmente tendemos a referirnos a la etapa adulta, bajo el supuesto
además, que la relación misma se encuentra en un contexto de “normalidad”
psicológica, emocional, monetaria… pero la verdad es que nada de esto sucede en
la mayoría de los casos.
Es por ello que en ocasiones
puede no hacernos sentido los consejos que encontramos en revistas, o artículos
digitales. Claro que aportan, pero pueden sonar ajenas a nuestra realidad. Coinciden
más con el final de la Cenicienta, con su frase célebre y vivieron felices para siempre, seguido de un total
desconocimiento de lo que era eso de ser feliz en su nueva vida de casada. Por
alguna razón, cuando somos jóvenes no se nos ocurre pensar que cuando se apaga
la luz, suceden cosas. No solamente las que a veces nos traen hijos. Sino que
más de alguno babea al dormir, ronca, suda, etc. La vida en pareja está llena
de acontecimientos cotidianos que no siempre son fáciles de sostener.
No quisiera sin embargo,
sumergirme en un sinfín de análisis y explicaciones sobre esto, pese a ser
psicóloga. Más bien, los invito a recordar… a rememorar su propia niñez y la de
sus hijos, si es que los tienen. ¿Cómo veían a sus padres?, ¿qué les decían?, o
qué no les decían?, los que han vivido con uno sólo de ellos… los que los
cuidaron sin ser sus padres biológicos… cómo eran? Es más… qué esperaban de
ustedes al nacer? Las respuestas a estas preguntas y otras más, los llevarán a
reconocer con qué modelos de género están operando en su vida adulta.
Y es que desde ese entonces
aprendíamos… y así mismo le enseñamos a nuestros hijos. Uno de los ejemplos más
gráficos de esto, es el caso de los niños que han visto situaciones de
violencia en sus padres. Sin duda que en una gran cantidad de estos casos, la
historia tiende a repetirse. A veces, los síntomas no asoman hasta estar con
una pareja. Entonces, puede ser, que una mujer comience a golpearlo sin saber
por qué, ya que podría ser la primera vez que le sucede… en la biología del
cerebro, ya está creado el circuito neuronal para esa reacción. Existe
simplemente, pese a nuestra voluntad.
Pero eso no quiere decir que todo
está perdido. Por el contrario, todo está por hacerse. Finalmente, nosotros
somos los que tenemos la última palabra incluso por sobre la naturaleza de
nuestro cuerpo.
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