viernes, 26 de agosto de 2011

OJO CON EL GESTO


Corrían los años 86' 87' más o menos, cuando asistía al liceo. Venía llegando de un colegio aprticular, “izquierdista” (que da para un tratado por cierto...) y sin comprender mucho, me senté al lado izquierdo de la sala. No era casual. Era una obligación implícita sentarse según la postura política que uno tuviera... y que definitivamente había que tomar. En ese entonces, la situación era extrema, y transitábamos entre el sí y el no. la efectiva combinación de la historia con las técnicas publicitarias nos convencieron que la “alegría venía” (el slogan era LA ALEGRÍA YA VIENE). Y si bien estábamos en dictadura, y ya se había comenzado a instaurar la reforma educacional, aun gozábamos de más horas de historia, educación cívica, economía política entre otros ramos que han sido sacados de la currícula escolar. De ello podría destacar que leímos a Maquiavelo, aunque no por eso dejaba de preguntarme por qué todos los protagonistas de la historia eran hombres y además de piel blanca.

Por qué me acuerdo de ésto? Porque creo que no sabía que sabía. Años más tarde, en un momento más reciente de la historia, la revolución pinguina se hizo presente, disconforme con este cambio educacional del cual sus padres fueron testigos. Curioso. En dictadura, en transición a la democracia... y recién 20 años después, aparecern recién los primeros signos de descontento. El punto es que recordando las técnicas de guerra y de política, y quizás, hasta recordando las palabras de mi padre, miré con desazón el momento en que luego de tensas jornadas de protesta, el gobierno organizó una mesa de diálogo con los estudiantes. Cuando ocurre ésto, el movimiento se acaba, porque se diluye en la negociación.

No es casual tampoco, traer a colación los últimos años de dictadura, en las cuales sencillamente no fue posible el cambio más que desde una acción que creíamos radical, sí a la continuidad del mandato del General, no a lo mismo. Elecciones democráticas. Quizás ahí hay algo que rescatar... no se hablaba de reformas, así como el actual movimiento estudiantil tampoco las quiere.

Sin embargo, hoy ha aparecido la siguiente noticia en CNN “El Presidente Sebastian Piñera hizo un llamado urgente a retomar las conversaciones entre todos los actores sociales, para terminar con los tres meses de conflicto en la educación. Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores, valoró el cambio de postura "y disposición a abrir una puerta para destrabar este conflicto".

Evidentemente el panorama es complejo, dado que las secuelas destructivas aledañas a las movilizaciones, y su amplia difusión comunicacional, han conseguido homologar la causa con los resultados indeseados. Como si no tuviéramos capacidad de discernir, se ha comenzado a escuchar reiteradamente el cansancio que, en todo caso con justa razón, siente la gente tras meses y meses de ver reducidos sus ingresos, saqueados sus negocios, quemados sus autos, muertos a sus hijos, torturados otros, pero desde un lugar subjetivo en que desaparece la conciencia del origen de lo que está sucediendo.

No todos tenemos la capacidad de manifestarnos caminando por las calles diciendo, “estimado ciudadano, estoy un poco en desacuerdo con mi educación, ¿tendría usted la amabilidad de modificar esta situación?”, luego, sin justificar los hechos violentos, sino apoyando la creatividad (les recomiendo youtube donde salen videos cantados, bailados, etc. en pro del cambio educacional) que no ha sido destacada en las formas de manifestación, es probable que con algo así, la petición no saldría en las noticias. Los hay, quienes definitivamente se aprovechan de las circunstancias, así como otros pseudo líderes sociales lo hacen también, de formas que parecen menos sancionables, pero no menos inmorales.

Con estos antecedentes, es de esperar que los dirigentes estudiantiles no olviden las antiguas enseñanzas de la historia respecto a los peligros de la mesa de diálogo, y sepan usarlo a su favor, sin dejarse presionar por la persión social, de los hechos de violencia que se han producido.

jueves, 25 de agosto de 2011

ENTRE LA GUATA Y LAS OREJAS


Veo la noticia de los estudiantes que llevaban 38 días en huelga de hambre depusieron su abstinencia alimenticia, mientras mis hijos duermen. Entre mi casa y la calle hay otra casa, autos, dos rejas, y nada pudiera hacer pensar que estoy a una cuadra del Estadio Nacional. Pero esta noche se escuchan algunos ruidos... disparos, gritos, helicópteros, cirenas de bomberos y ambulancias. Todo en el lapsus de algunos momentos. Luego, la luz se corta, y cuando regresa se activan todas las alarmas de los negocios, las casas y los autos. No sé qué pasa afuera... acá todo es calma, pero no dejo de pensar que estoy cerca del Estadio, que pese a la cantidad de partidos y conciertos que han pasado por sus canchas, tiene su pasado, que, como dicen mis colegas, cuando algo se niega, es porque está más presente que nunca. Supongo que escuchar lo que esta noche viene por mis ventanas, me recuerda viceralmente a ello. Y no veo nada... no puedo porque mis chicos duermen. Ellos están en calma, por ahora.

DESDE LO COTIDIANO, EN PRIMERA PERSONA


Conversando con un profesor al cual le han pedido que escriba un análisis sobre el efenómeno estudiantil de este año, comentábamos que el problema de la educación tiene tantas aristas, que se hace necesario centrarse en algunos puntos a la vez.

En este caso, hacía memoria de años anteriores. Para el 2003, las noticias acerca de los jóvenes, eran solo unas cuantas, en proporción de 1 cada mil noticias aproximadamente. Casi no se puede creer, pero así era. Con el correr del tiempo, esto fue aumentando y po supuesto, al momento de la “revolución pinguina” este número se acrecentó exponencialmente. En estos momentos, si bien es posible encontrar noticias al respecto, las declaraciones que acompañan las imágenes y el vivenciar diario de lo que ocurre se separan más que nunca "Pese a los incidentes, "La ciudad (Santiago) está funcionando normalmente, el transporte público en plenitud. Nuestra gratitud es para los trabajadores del Transantiago y los operarios del Metro que han posibilitado que esto ocurra de esta forma", aseguró Andrés Chadwick, vocero de Gobierno." (CNN Chile). Y si bien uno como madre trata de sobrellevar la situación con cierta liviandad, de explicarle a los hijos que no pueden ir al colegio, porque el aire está irrespirable, las calles están cerradas, los furgones escolares están siendo quemados y al paro se han sumado los buses del transantiago, los colectiveros, la CUT, los funcionarios de tres bancos, algunas cadenas de farmacias, la Universidad Católica, y que los vehículos de carabineros han sacado a las estudiantes del Colegio Compañía de María, mismo del cual egresó la hija de la diputada Lily Pérez, es imposible abstraerse de las declaraciones casi bizarras que se escuchan en la tele.

Me preocupa, que pese a lo evidente, haya alguna parte de nuestros nacionales que crean en lo que se dice... ha sido un día normal. Solo que no se puede salir a las calles, ni trabajar, ni asistir a clases, ni comprar en un supermercado, ni hacer visitas sociales. Casi podría decirse que este señor no pasaría la prueba de realidad... pero sabemos que no se trata de locura propiamente tal. En fin. No resulta anecdótico de contrastar, sin embargo, que en “días de calma” uno puede ver frente al Ministerio de Educación, completamente blindado de carabineros preparados para la guerra, rejas, zorrillos y todas esas cosas nuevas que tienen (en mis tiempos eran guanacos), una señora de no más de dos kilos de peso, abrigo rojo, rojo rojo, hablándole al aire, diciendo que ésto es una trampa del diablo. Carabineros, conteniendo la risa... todo parece fuera de su lugar. Y pienso, ésto no se trata solo de un movimiento estudiantil. La señora que le habla al diablo, las noches, todas las noches, acompañadas del ruido de los cacerolazos como en los viejos tiempos, y que son ejecutados por los adultos y ancianos, que hace tiempo salieron de las salas de estudio... la confusión de marchas... todo parece indicar que no se trata solo de la educación.