sábado, 18 de junio de 2011

La fuente de las jacarandas

Autor: Rodrigo Navarro Vuscovic


El colapso social fue más poderoso que cualquier otra catástrofe natural. En términos humanos resultó más devastador que cualquier epidemia registrada y los números de vidas sacrificadas alcanzaban los de las guerras mundiales, niños, mujeres, jóvenes y adultos.

La situación era insostenible. Pronto todos los ciudadanos se organizaron y decidieron manifestarse de una manera poco usual, algo que llamara la atención internacional, algo que marcara para siempre la historia del país. Los organizadores tomaron la decisión gracias a un rápido consenso entre la ciudadanía. Construirían el vaso más grande del mundo.

Actualmente no se cuenta con la información precisa de su construcción. Lo que sí se puede asegurar es que el tamaño de aquella gran mole de cristal reforzado fue diseñado en función de lo que la habita. No hay ningún error en esa afirmación, adentro del vaso hay algo vivo, algo inmortal. Y es por eso que el monumento pasó a la historia; rebasó los límites ideales de cualquier otro en el tiempo, no sólo por el ambicioso diseño arquitectónico, sino por el material utilizado para su concepción.

Lágrimas.

Fue la tristeza de los que quedaron vivos la que proporcionó el líquido, el llanto de las millones de madres que perdieron a sus hijos, la miseria de los hijos huérfanos, la soledad de los hermanos que se quedaron sin hermanas... A todos ellos se les pidió un frasco con lágrimas. El Llanto Nacional duró hasta que se terminó de construir la estructura de cristal. Los pocos registros apuntan que fueron millones de personas las que donaron sus lágrimas.

La arquitectura pasó a la historia por un hecho inesperado. Los organizadores jamás pensaron que la gente siguiera regalando lágrimas, a pesar de que el Llanto Nacional había concluido, procesiones ilimitadas se extendían desde todo el país a la ciudad. Hasta que un día se puso la lágrima que derramó el vaso. Involuntariamente el monumento se transformó en una fuente que ha nutrido los jardines que se construyeron en la base.

El mundo cambió, nacieron países y se destruyeron otros. Pasaron muchas generaciones desde que el monumento fue erigido, los niños que lloraron antes que naciera la fuente murieron. Pero sus nietos seguían llorando. La capital tuvo que ser despoblada debido a la incapacidad de abastecer el consumo de la población. Lo que alguna vez fue una metrópolis se convirtió en una muralla de cemento incapaz de alojar vida humana.
La gente sigue llorando y las procesiones continúan. Los jardines crecieron, ahora un bosque de jacarandas, enredaderas y magueyes le ha ido ganando terreno a la ciudad.

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