Una de las partes esenciales del
diálogo, es la escucha. Escuchar, no es solamente identificar las palabras,
sino que hacerlo con todos los sentidos. Y es así que, en algunos lugares,
quizás por la familiaridad, o tal vez por el formato, nos resulta más fácil, y
menos perceptible este ejercicio. Cuando entramos a una iglesia católica, vemos
los símbolos como estatuas, cruces, entre otros… lo mismo en otras iglesias donde
hay otras representaciones, o no las hay… y en todas podemos darnos la vuelta e
irnos fácilmente. Pero esta vez hemos vivido una experiencia distinta. En la
visita realizada a una Mezquita, junto con mis compañeros del diplomado en
diálogo interreligioso, sentí que nos sumergíamos en una atmósfera distinta. Llegué
con actitud de apertura, es decir, dispuesta a escuchar y vivir lo que se me
invitaba a conocer. Esto contrastaba con la ansiedad de otras personas, que
suponían sería difícil para las mujeres vestirse con bata y pañuelo, para poder
entrar a la zona de oración.
Salía a la luz, toda una carga de
ideas, interrogantes e imágenes estilo noticiero de guerra, en estas personas
que escuchaban mi experiencia. Pero no fue así. Fuimos gratamente acogidas,
escuchadas… nos dieron respuesta todas las interrogantes que tuvimos. Y poco a
poco se fue deshilvanando la historia, las costumbres, sus creencias, que giran
en torno al respeto por el otro…y pensaba que quizás no éramos tan distintos,
aunque no fuese a profesar la misma religión en el futuro. Había una filosofía
de paz, de creer en algo, de trabajar por sus ideales, y parecía que más bien
la diferencia era de forma más que de fondo. Y dentro de su religión, como
todo, había diferencias en sus prácticas y en la interpretación del Corán.
Podría decir, que creo en dios, cuando paso por experiencias como ésta, donde
me nutro de la diferencia, y me siento aceptada por ese otro. Así me pregunto,
qué escuchará nuestro querido compañero de nosotros, de mí, recuerdo la
cordialidad con que nos recibió, y su evidente interés por no hacernos sentir
incómodas. Hemos sido invitados a su lugar sagrado, y soy, ante todos, tan
alejada de las prácticas religiosas, que desde la otra vereda, soy esa otra
diferente, pagana, pero escuchando, desde dentro, desde la contención de las
telas que me cubrían, y agradeciendo haber estado ahí. Cada escucha nos cambia,
y así cambiamos el mundo que nos rodea. Sé, que mi sólo relato ha cambiado la
imagen de esta religión en algunas personas. Es lo que puedo hacer por generar
un mundo más amable. Una persona a la vez, y sin quitarles sus creencias.
También me preguntaba cómo habría
sido la experiencia de mi compañera. Éramos solamente dos mujeres. Ella es
cristiana, y con seguridad tendría una vivencia completamente diferente a la
mía. Entonces hemos querido dejar acá nuestro testimonio, y ella relata lo
siguiente:
Para los cristianos el apóstol
Pablo es un gran referente en la obra evangelística, era un hombre valiente,
constante, no había dudas de que Dios estaba con él y se hacía manifiesto a
través de los milagros realizados en los distintos lugares que visito, era sin
duda, un hombre con autoridad de Dios, y una de las características que en lo
personal me llaman mucho la atención y admiro del apóstol, es su capacidad de
diálogo, y esto es visible cuando el mismo expresa que se ha dirigido a cada
cual entendiendo y empatizando con aquellos a quienes ha predicado, con el
Judío se ha hecho Judío, con los que están sujetos a la ley, como si también lo
estuviera…, con el débil se ha hecho débil …etc. (1 Cor. 9:20-23). Menciono
esto porque la gran comisión es “Id y haced discípulos a todas las naciones…”,
pero esto implica dialogar con el otro y para que el dialogo sea real y efectivo,
implica necesariamente conocer al otro, y el conocer implica a su vez ponernos
en el lugar del otro, sentir como el otro, mirar al otro como nuestro prójimo,
con amor, con respeto a su principios y accionar, sin ver en esto una amenaza a
nuestra fe.
La visita a la Mezquita me hacía
pensar sobre la relevancia que adquiere el ser capaces de dialogar en medio de
la diversidad, sintiéndonos confrontados en el dialogo pero manteniendo integra
nuestras convicciones.
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